La enseñanza de las artes desde hace tiempo es una joya descuidada en el ámbito educativo, a menudo relegada a un segundo plano frente a materias más “prácticas”. Sin embargo, con el avance de la teoría y los lineamientos curriculares de la Educación Artística, se revela la urgencia de darle el lugar que merece en nuestras instituciones educativas.
El corazón de esta revolución educativa reside en el reconocimiento de las múltiples inteligencias y capacidades que los individuos poseen. Autores como Elliot Eisner, Howard Gardner y el grupo de Clark, Day y Gree, han allanado el camino hacia una comprensión más profunda de cómo la Educación Artística puede ser un motor para el desarrollo integral de los estudiantes.
Reconocimiento de la diversidad de inteligencias
Partiendo de la premisa de que la Educación Artística no solo es sobre aprender a pintar o esculpir, sino sobre cultivar la autonomía intelectual y la capacidad de aprender a aprender, se abre un mundo de posibilidades. ¿Qué se puede aprender en la Educación Artística? Eisner, Gardner y sus contemporáneos nos guían hacia un panorama donde la creatividad, el pensamiento crítico y la apreciación cultural se entrelazan para formar individuos más completos y sensibles.
Es esencial comprender la diferencia entre una Educación Artística con énfasis en la autoexpresión creativa y otra en el estudio disciplinado del arte. Mientras que la primera puede ser válida en su propio derecho, la segunda nos lleva a una comprensión más profunda de las obras de arte y su contexto, lo que se traduce en una formación más completa.
Autoexpresión y disciplina en la enseñanza de las artes
La Educación Artística no se trata solo de enseñar a dibujar o tocar un instrumento; es sobre estimular el desarrollo tanto cognitivo como emocional de los individuos. Gracias a la práctica artística, se fortalecen las facultades creativas y expresivas, lo que les permite a los estudiantes encontrar nuevas formas de abordar los desafíos sociales y naturales que enfrentan.
Es hora de reconocer el valor intrínseco del arte en la formación integral de los individuos. Desde el desarrollo de habilidades cognitivas hasta el fomento de la comunicación y la expresión personal, la Educación Artística ofrece un espacio donde los estudiantes pueden crecer y florecer en todas sus dimensiones.
Sin embargo, la realidad en muchas aulas es desalentadora. Docentes sin formación específica en Educación Artística, falta de recursos y una falta de apoyo institucional son solo algunos de los obstáculos que enfrentan tanto los maestros como los estudiantes. Es hora de cambiar esto.
Práctica
Con un enfoque más holístico y personalizado en la enseñanza del arte en nuestras escuelas los estudiantes merecen más que lecciones genéricas y actividades superficiales; merecen una educación artística que los desafíe, los inspire y los empodere para ser los artistas únicos que están destinados a ser.
En última instancia, la Educación Artística no solo se trata de enseñar habilidades artísticas, sino de cultivar la creatividad, la sensibilidad y la humanidad en cada individuo. Es hora de darle el lugar que se merece en nuestras aulas y en nuestro corazón.