El trastorno por déficit de atención (TDA) es una condición neuropsicológica que afecta tanto a niños como a adultos, aunque a menudo se diagnostica en la infancia. Este trastorno se manifiesta a través de dificultades en la atención, el control de impulsos y, en algunos casos, la hiperactividad. Las características del TDA pueden variar significativamente de un individuo a otro, lo que ha llevado a su clasificación en dos tipos principales.
TDA Sin Hiperactividad
Este tipo de TDA, a menudo conocido como TDA predominantemente inatento, se caracteriza por la dificultad en mantener la atención y en seguir instrucciones. Los niños que presentan esta variante pueden parecer desinteresados o desconectados de su entorno. Algunos de los rasgos más comunes incluyen:
- Inactividad: Estos niños pueden ser percibidos como pasivos y a menudo se sienten abrumados por las tareas que requieren concentración. Es común que se distraigan fácilmente por estímulos externos o incluso por sus propios pensamientos.
- Dificultad para controlar impulsos: Aunque no son hiperactivos, pueden mostrar comportamientos impulsivos, como interrumpir o tomar decisiones sin pensar en las consecuencias. Esto puede llevar a problemas en la interacción social y en el entorno escolar.
- Tendencia a evitar riesgos: A diferencia de otros niños que pueden buscar aventuras o desafíos, aquellos con TDA sin hiperactividad a menudo se muestran reacios a participar en actividades que implican un cierto grado de riesgo o incertidumbre. Esto puede limitar sus experiencias de aprendizaje y socialización.
2. TDA Con Hiperactividad
El TDA con hiperactividad, también conocido como TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad), incluye todos los síntomas de la variante inatenta, pero además se caracteriza por niveles elevados de actividad. Algunos de sus rasgos distintivos son:
- Inquietud constante: Los niños en esta categoría tienden a moverse constantemente. Pueden tener dificultades para permanecer sentados en situaciones donde se espera que lo hagan, como en clase o en eventos familiares.
- Interrupciones frecuentes: Su tendencia a interrumpir a otros y a hablar excesivamente puede causar conflictos en el aula y en las interacciones sociales. Esto puede generar frustración tanto en ellos como en sus compañeros, afectando sus relaciones interpersonales.
- Impulsividad: A menudo actúan sin pensar en las consecuencias, lo que puede llevar a situaciones peligrosas o inapropiadas. Esta impulsividad también puede manifestarse en la dificultad para esperar su turno en actividades grupales.
Estrategias para trabajar con niños con TDA
Para abordar el TDA de manera efectiva, es fundamental implementar algunas estrategias clave en el entorno escolar y familiar. Según Lozano (2018), es importante hacer consciente al niño de su condición de forma respetuosa y acorde a su edad. Además, es esencial establecer límites claros, evitando frases como “No lo hagas”; en su lugar, se recomienda mostrar las consecuencias de la conducta que se desea evitar.
Es crucial también no etiquetar al niño frente a otros, ya que esto puede impactar negativamente en su autoestima. En momentos de crisis, como episodios de enojo, es útil aplicar un “tiempo fuera” para ayudar al niño a alejarse de la situación y reflexionar sobre sus emociones. Cambiar la atmósfera y ofrecer otros escenarios más tranquilos puede facilitar este proceso.
El trabajo con niños con TDA se sugiere realizarlo desde un enfoque multidisciplinario, involucrando a especialistas como neuropediatras, psicopedagogos y psiquiatras infantiles (Pérez & Gutiérrez, 2017).
Estrategias en el aula
A nivel académico, los estudiantes con TDA suelen mostrar inquietud y dificultades para mantener la atención, lo que puede afectar su rendimiento escolar. Para ayudarles, es recomendable:
- Proporcionar explicaciones cortas y precisas, evitando discursos largos.
- Ofrecer indicaciones concretas y mantener contacto visual para generar empatía y comunicación no verbal.
- Variar los estímulos sensoriales, integrando movimiento y utilizando materiales visuales y físicos que capten su interés.
Además, se puede colaborar con otros docentes, como educadores de educación física y artes, para crear un ambiente más estimulante. Apoyarse en compañeros de clase también es valioso, ya que puede ayudar a regular la conducta del estudiante y fomentar un sentido de confianza en el grupo (Fundación CADAH, 2009).
1. Estrategias de manejo emocional
El manejo emocional es esencial para ayudar a los niños con TDA a desarrollar una mayor autoconciencia y regulación de sus emociones. Una técnica efectiva es la atención plena, que les enseña a estar presentes en el momento y a reconocer sus sentimientos sin juzgarlos. Ejercicios de respiración y relajación pueden ser incorporados en su rutina diaria para ayudar a calmar la ansiedad o la frustración.
Además, la creación de un diario emocional puede ser una herramienta valiosa. A través de este diario, los niños pueden expresar sus emociones, identificar desencadenantes y reflexionar sobre situaciones difíciles. Esto no solo les ayuda a verbalizar lo que sienten, sino que también fomenta la autoexpresión y les da un sentido de control sobre sus emociones.
Las sesiones de juego terapéutico también pueden ser útiles. A través del juego, los niños pueden explorar sus emociones en un entorno seguro y recibir orientación sobre cómo manejar situaciones sociales complejas.
2. Impacto en la vida social
El TDA puede influir significativamente en las habilidades sociales y en la manera en que los niños se relacionan con sus compañeros. Los desafíos incluyen dificultades para hacer y mantener amistades, interrupciones en la conversación y comportamientos impulsivos que pueden resultar en conflictos.
Para abordar estas dificultades, es fundamental implementar actividades que promuevan habilidades sociales. Los juegos de rol son una excelente manera de practicar interacciones sociales en un entorno controlado. Por ejemplo, los niños pueden simular situaciones como pedir ayuda o invitar a un compañero a jugar. Estas prácticas ayudan a los niños a aprender las normas sociales y a desarrollar empatía.
Las actividades grupales, como deportes o proyectos en equipo, también ofrecen oportunidades para mejorar las habilidades de cooperación y trabajo en grupo. Fomentar un entorno inclusivo en la escuela donde todos los niños se sientan aceptados puede ayudar a mitigar el aislamiento social que algunos niños con TDA pueden experimentar.
3. Importancia del apoyo familiar
El apoyo familiar es un pilar fundamental en el manejo del TDA. La comunicación abierta entre padres e hijos es crucial, ya que permite que el niño se sienta seguro al expresar sus pensamientos y emociones. Los padres deben estar informados sobre el trastorno para poder ofrecer un apoyo efectivo y entender mejor las dificultades que enfrenta su hijo.
Establecer rutinas diarias es otra estrategia eficaz. Las rutinas ayudan a los niños a anticipar lo que sucederá a lo largo del día y a desarrollar un sentido de estabilidad. Incluir horarios para tareas, tiempo de juego y momentos de relajación puede proporcionar una estructura que es beneficiosa para su bienestar emocional y académico.
Los grupos de apoyo para padres también pueden ser de gran ayuda. Estos espacios permiten compartir experiencias, recibir orientación de profesionales y aprender de otros padres que enfrentan situaciones similares. La colaboración entre la familia y la escuela es esencial, por lo que mantener una comunicación constante con los docentes puede facilitar un enfoque más cohesivo en el manejo del TDA.
Recursos y apoyo
Para profundizar en el manejo del TDA, se sugiere revisar recursos como la Guía de actuación en la escuela ante el alumno con TDAH de feaaDAH (s.f.) y la Guía práctica para educadores de Mena Pujol et al. (2006). Estas herramientas pueden ser de gran ayuda para docentes que buscan implementar estrategias efectivas para apoyar a estudiantes con TDA.
En conclusión, trabajar con niños que presentan TDA requiere un enfoque comprensivo y adaptado a sus necesidades, apoyándose en la colaboración de especialistas y utilizando técnicas adecuadas en el aula. Es crucial entender que el TDA, en sus diferentes formas, no es un indicador de falta de inteligencia o de habilidades. Los niños con TDA pueden tener un gran potencial, pero requieren enfoques específicos y adaptados para ayudarles a prosperar en entornos educativos y sociales. La intervención temprana, el apoyo familiar y el trabajo colaborativo con profesionales de la salud y la educación son fundamentales para fomentar su desarrollo y bienestar.